domingo, 22 de octubre de 2017

Nutrición y Cáncer de Mama

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Hola a todos!

Aunque ya estamos a mas de la mitad de Octubre, nunca es tarde para recordar la importancia que tiene el cuidado de la salud en cuanto a la prevención del segundo cáncer más presentado a nivel mundial: el cáncer de mama.

Muchos son los factores de riesgo que promueven su desarrollo, y pueden clasificarse en no modificables y modificables. En el primer grupo tenemos a la genética, la edad, el género y la raza; mientras que en el segundo grupo encontramos los patrones dietéticos, la actividad física, la lactancia materna, terapias de reemplazo hormonal, obesidad, entre otros. Por lo tanto, veremos que la prevención va más allá de la autoexploración, y el tratamiento no es únicamente farmacológico. En esta entrada, voy a intentar dar a conocer la importancia de llevar un abordaje nutricional adecuado, ya sea para prevenir o ser parte del tratamiento. 

Actualmente, la alimentación se caracteriza por contener alimentos altos en azúcares refinados, grasas saturadas y trans; así como un elevado consumo de carnes rojas, disminuyendo los alimentos frescos con alto valor nutricional como son verduras, frutas, leguminosas, pescado y oleaginosas (para conocer los grupos de alimentos, entra al siguiente link: http://nutricionclinicayfuncional.blogspot.mx/2014/12/utiliza-el-plato-del-bien-comer-para.html), dando como resultado un índice de obesidad que es impactante. Junto con ella, las alteraciones metabólicas que se desarrollan son principalmente por la inflamación causada por el exceso de acumulación de grasa y radicales libres, factores que son de riesgo para el desarrollo del cáncer de mama porque generan el ambiente ideal, especialmente en mujeres en etapa de posmenopausia. Pero no es únicamente el cuerpo quien produce los radicales libres, el mismo tumor también lo hace, por lo que a la inflamación inicial se le agrega también la producida por la enfermedad. Esta inflamación, aunque leve al principio, tiene la capacidad de dañar el ADN y producir polimorfismos, que son alteraciones en ciertos genes, en este caso para reparación de las cadenas de DNA, promoviendo una reproducción celular y producción de proteínas con defectos, especialmente cuando hay niveles bajos de  betacaroteno, zinc y folato. Este último, cuando se consume en dosis bajas y se tiene historia familiar, hay mayor riesgo de padecer la enfermedad. Por lo tanto, el control de peso y de acumulación de grasa, así como de la alimentación, es fundamental, especialmente si ya se tiene el diagnóstico de cáncer, porque se ha visto que en la obesidad hay un peor pronóstico.

Los siguientes dos grupos de factores de riesgo pueden ser modificados:

  • Patrones dietéticos
-Alcohol: 
Cuando su consumo es en mayor cantidad de la recomendada, se tienen mayores niveles estrogénicos intracelulares que promueven el desarrollo del tumor. Además, durante su metabolización se producen especies reactivas de oxígeno, además de disminuir la absorción de folatos a nivel intestinal por lo que no puede repararse el daño en DNA.



-Grasas: 
Se ha visto que un consumo elevado de grasas saturadas después del diagnóstico, aumenta el riesgo de mortalidad. Esto se basa en la hipótesis de que este tipo de grasa aumenta la producción de estrógenos y sus niveles circulantes en sangre, por lo que aumenta el crecimiento de células malignas en el tejido adiposo mamario. 

Los ácidos linoléicos conjugados que se encuentran en productos lácteos derivados de rumiantes, pueden disminuir las células mamarias con conteos altos de receptores estrogénicos, deteniendo el crecimiento de las células cancerígenas por la activación de la muerte celular programada; sin embargo no hay evidencia científica suficiente para dar un veredicto favorable a esta teoría.

Hablando de vitaminas, la vitamina D (que puede absorberse con alimentos que contienen grasa) también tiene efectos protectores contra el cáncer de mama, ya que a niveles adecuados disminuye el crecimiento, angiogénesis y metástasis de las células tumorales, además ayuda a modular la inflamación. Al igual que los fitoestrógenos, disminuye a conversión de andrógenos a estrógenos.

El omega 3, que ha tenido un boom en los últimos años, puede ser una estrategia para la prevención y mejoría a la respuesta al tratamiento así como para la prevención de reincidencia. Uno de sus mayores beneficios es la capacidad de anti-inflamación a nivel metabólico, mejorando el ambiente celular e incluso puede comenzar a formar parte del tejido adiposo mamario disminuyendo así el riesgo de cáncer de mama. A pesar de que no hay evidencia convincente para demostrar esta propuesta, en animales que tienen la tumoración y se les han dado dietas altas en grasa con mayor proporción de omega 3, han mostrado tener un peso más saludable y mejor función mitocondrial (este organelo es necesario para que la célula respire adecuadamente y pueda producir la "moneda energética" del cuerpo: ATP). Se ha visto que el omega 3 efectivo es el del pescado porque contiene EPA y DHA, sin embargo el omega 3 vegetal también puede tener beneficios de acuerdo a los resultados obtenidos en estudios realizados en cultivos celulares. Aún no existe una dosis específica para recomendación; sin embargo, el aumentar su consumo ya es un beneficio.

-Proteína: 
El consumo elevado de carnes rojas está altamente relacionado con el riesgo de cáncer de mama, especialmente en mujeres posmenopaúsicas, por los métodos empleados para su cocción. Al ser doradas en exceso, producen radicales libres que promueven la oxidación a nivel celular, dañando el DNA y alterando la reproducción celular.

-Carbohidratos:
Como escribí anteriormente, el alto consumo de azúcares y cereales refinados han sido parte del ambiente obesogénico y cancerígeno de la actualidad, provocando una disminución en el consumo de fibra (verduras, frutas, leguminosas y cereales integrales), la cual, cuando es ingerida en cantidades adecuadas, disminuye el riesgo de cáncer de mama. Los resultados de los estudios realizados han arrojado que, por cada 10 g de fibra consumida, el riesgo disminuye un 7%. Se cree que esto es debido a que a nivel intestinal se inhibe la absorción de estrógenos, provocando menores niveles circulantes en sangre, así como de estradiol, con la posibilidad de que disminuya el crecimiento tumoral.

-Compuestos bioactivos: este punto es derivado del punto anterior al enfocarnos en los alimentos de origen vegetal, que por default son altos en fibra. Los polifenoles que se encuentran en verduras, frutas, leguminosas y oleaginosas, ayudan a disminuir la inflamación metabólica de bajo grado y el crecimiento tumoral. Además, ayudan en el tratamiento de control de peso por las modificaciones que se hacen con su consumo a nivel de microbiota intestinal (si tienes dudas de este tema, checa la entrada en este link: http://nutricionclinicayfuncional.blogspot.mx/2017/03/el-almacenamiento-de-grasa-depende-el.html). Los más estudiados y que han dado buenos resultados son los siguientes:
  1. El aceite de olivo contiene ácidos fenólicos, los cuáles son altamente antioxidantes, disminuyendo el riesgo cardiovascular y el desarrollo cancerígeno. Se ha visto que tiene mayor efecto cuando el aceite forma parte de la dieta (cuando esté crudo), que cuando se toma en forma de suplementos. El café también lo contiene, pero aún no se cuentan con suficientes estudios al respecto.
  2. Los flavonoles se encuentran en frutas y verduras, pero los que han demostrado ser un factor protector disminuyendo el riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas, han sido los frijoles y las lentejas.
  3. Los fitoestrógenos disminuyen el riesgo de desarrollo de cáncer de mama en mujeres posmenoppaúsicas, especialmente las isoflavonas. Estos tienen afinidad por los receptores estrogénicos, estimulando la diferenciación de células cancerosas, suprime la angiogénesis (creación de nuevas venas) y también detiene la conversión de los andrógenos en estrógenos a nivel hepático.Existe controversia respecto a las isoflavonas de la soya, ya que a diferencia de los frijoles y las lentejas, no hay resultados concluyentes que puedan afirmar un efecto protector contra el cáncer. Sin embargo, se ha visto que las isoflavonas compiten por los mismos receptores de estrógenos que el Tamoxifeno cuando se está tratando el cáncer, y a pesar de los pocos estudios existentes y los resultados que aseguren la efectividad de las isoflavonas, recomiendan que se consuman de 5-10 g de proteína de soya más el Tamoxifeno para pacientes que se encuentren en tratamiento de cáncer de mama.
Todos estos compuestos, tienen un tiempo muy corto de vida en plasma sanguíneo. La fermentación de la microbiota intestinal también disminuye su biodisponiblidad para ser absorbidos, pero al ser el intestino su primera línea de metabolización cuando son dosis pequeñas, se producen componentes derivados de todos estos compuesto que pueden ser más potentes que los originales. Por lo mismo, es sumamente importante tener una microbiota intestinal sana. 

La dieta Mediterránea, que es rica en todos los nutrimentos y compuestos bioactivos que he numerado, puede ser adoptada tanto para prevención como el tratamiento. En este último punto, aunque con resultados variados, han detectado efectos positivos cuando se lleva a cabo en mujeres posmenopaúsicas que hayan tenido cáncer de mama porque les ayuda en el control de peso, mejorando el pronóstico a largo plazo. Al final del post dejaré las recomendaciones de alimentación parecidas a este régimen.
  • Estilo de vida
-Actividad física: La actividad física es un factor protector contra el cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas. Si se tiene obesidad, los tejidos del organismo ya no tienen la capacidad adecuada para oxigenarse, por lo que se presenta hipoxia (baja oxigenación), además de desequilibrios hormonales y aumento de la inflamación. Después del diagnóstico de cáncer, el ejercicio mejora la captación de oxígeno, la capacidad funcional, el tono muscular y la fuerza, así como la disminución de riesgo cardiovascular y de los niveles de marcadores inflamatorios, especialmente si se consume también omega 3.  


Cuando hay niveles elevados de insulina, hay alteración en la regulación de la producción de hormonas sexuales (como los estrógenos) y sus receptores, por lo que hay mayores niveles en sangre y aumentan el riesgo de cáncer. Igualmente una hemoglobina glucosilada mayor a 6.5% (alteración que presentan generalmente las personas con Diabetes Mellitus) representa mayor riesgo de cáncer. Si hay obesidad, existe mayor producción de estrógenos. Se ha visto que el ejercicio ayuda a disminuir los niveles de estrógeno en pre y posmenopauisa. 

-Lactancia materna: La lactancia materna, para que pueda tomarse como factor protector, debe ser realizada correctamente, es decir, dar lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses y posteriormente hasta los 2 años continuar aunque ya se tenga alimentación complementaria. Mínimo, debe ser durante 1 año continuo para tener efectos positivos. Si quieres saber más de la lactancia materna entra a la siguiente liga: http://nutricionclinicayfuncional.blogspot.mx/2014/08/lactancia-materna.html

-Estado psicológico: Muchas veces, el sedentrismo que presentan las mujeres después del diagnóstico, se debe a depresión o apatía, por lo que esta situación puede desencadenar en un aumento de peso, especialmente de acumulación de grasa, aumentando la inflamación metabólica, el riesgo cardiovascular y comienza a presentarse el catabolismo (pérdida) muscular. Además, puede contribuir este estado a una disminución del apetito, causando desnutrición; a partir de las 48 horas de consumir alimentos, inicia la fase de catabolismo muscular, esto es más característico cuando acaba de pasar la quimioterapia. Por esto es importante tener apoyo también en este ámbito.

Como se puede ver, hablar de prevención y tratamiento de cáncer, en este caso de mama, es más profundo de lo que se piensa. Antes de pasar a las recomendaciones, quiero detenerme en la problemática de la pérdida de peso en el paciente con cáncer, ya que la desnutrición relacionada, mejor conocida como caquexia, es un factor predisponente a mayores complicaciones infecciosas, menor respuesta al tratamiento y mayor riesgo de mortalidad. Esta etapa se presenta generalmente cuando el estadio de cáncer ya es avanzado, y es casi imposible poder recuperar un adecuado estado nutricional. Una de las características principales de la caquexia es la pérdida muscular, con la consecuente pérdida funcional y de independencia del paciente en sus actividades del día a día. Por esto, el tratamiento nutricio debe iniciarse desde el momento del diagnóstico del cáncer (estando en casa o en hospitalización), o en mejor escenario, como prevención para desarrollarlo en algún momento de la vida, desde la etapa premenopáusica.

Es muy fácil detectar la pérdida de peso, pero hay rangos con cifras específicas, las cuáles es necesario que se puedan calcular correctamente por un nutricionista. Nosotros somos los que estamos capacitados y calificados para poder evaluar al paciente de una manera global, fijar objetivos de tratamiento y monitorear el progreso. De esta manera, cuando se lleva en conjunto con el tratamiento médico (farmacológico), se podrán tener mejores resultados.

Después de todo esto, llegan las recomendaciones, esperando que quede claro el porqué de cada una:
  1. EL TRATAMIENTO NUTRICIONAL DEBE SER INDIVIDUALIZADO, pero las reglas de alimentación van a intentar cubrirse de la mejor manera posible*
  2. Acudir a que se realice un tamizaje nutricional para detectar el posible riesgo o la presencia de desnutrición
  3. En caso de ser positivo el punto anterior, se debe tener una evaluación nutricional para dar diagnóstico, objetivos de tratamiento y fechas de monitoreo.
  4. Monitoreo, máximo cada 15 días, especialmente al inicio; sin embargo depende de cada paciente, siendo posible extender el tiempo entre visitas hasta 30 días.
*De este punto siguen las siguientes recomendaciones:
  • 5-9 porciones entre verdura y fruta al día para aumentar el consumo de fibra, vitaminas, minerales y compuestos bioactivos. Pero es importante ir con el nutricionista para que adecue las porciones a las necesidades de cada paciente. Es posible que en algunos casos se deba calcular suplementación.
  • Dar preferencia al consumo de pescado y aves. Las carnes rojas deben consumirse 2-3 veces por semana cuando mucho.
  • Aumentar el consumo de leguminosas, especialmente de frijoles y lentejas.
  • El té verde, al ser también rico en compeustos bioactivos, puede ser tomado 3 veces al día (3 TAZAS de 240 ml al día), para tener un efecto positivo
  • Si ya se tiene el diagnóstico de cáncer, es recomendable consumir de 5 a 10 g de proteína de soya de alimentos NO FERMENTADOS, como el tofu o la leche
  • Aumentar el consumo de aceite de olivo, especialmente en crudo
  • Realizar ejercicio cardiovascular durante el tratamiento antineoplásico
  • El ejercicio, en sobrevivientes de cáncer, mejora el tono y la fuerza muscular cuando se realiza de resistencia 3 veces por semana.
Espero esta entrada haya sido de ayuda. ¿Detectaste si tienes alguno de ellos? 

En tus manos está prevenir o ayudar en tu tratamiento. Si conoces a alguien que le pueda ser de ayuda, estás en total libertad de compartir esta información. Y por favor, ACUDAN CON PROFESIONALES PARA QUE BRINDEN UN TRATAMIENTO TOTALMENTE INDIVIDUALIZADO.

Hasta la próxima!

P. D. Te invito a que nos busques en redes sociales:
Doctoralia: Lic. Mónica López Talavera o Nutrición Clínica y Energética
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Referencias:
-Sarah F Brennan, Jayne V Woodside, Paula M Lunny, Chris R Cardwell & Marie M Cantwell (2015): Dietary fat and breast cancer mortality: A systematic review and meta-analysis., Critical Reviews in Food Science and Nutrition, DOI: 10.1080/10408398.2012.724481
-Kotepui, M. (2016). Diet and risk of breast cancer. Contemporary Oncology, 20(1), 13–19. http://doi.org/10.5114/wo.2014.40560
-Arab A, Akbarian SA, Ghiyasvand R, Miraghajani M. The effects of conjugated linoleic acids on breast cancer: A systematic review. Adv Biomed Res 2016;5:115
-Braakhuis AJ, Campion P, Bishop KS. Reducing Breast Cancer Recurrence: The Role of Dietary Polyphenolics. Nutrients. 2016; 8(9):547
- Abdelmagid et al. Role of n-3 Polyunsaturated Fatty Acids and Exercise in Breast Cancer Prevention: Identifying Common Targets. Nutrition and Metabolic Insights 2016:9 71–84 doi:10.4137/NMI.S39043
-Limon-Miro, AT, Lopez-Teros, V, Astiazaran-García, H. Dietary guidelines for breast cancer patients: A critical review. Adv Nutr 2017;8:613–23; doi: https://doi.org/10.3945/an.116.014423.