lunes, 17 de julio de 2017

El COCO no es el culpable

Resultado de imagen para coco aceite
Fuente de imagen: www.aceitedecoco.org
Hola a todos!

Esta entrada fue inspirada por esos videos y noticias amarillistas que ha estado circulando en redes sociales las últimas semanas. Específicamente cuando atacan al aceite de coco y se sienten traicionados cuando descubren que todo era una ilusión. No tengo el propósito de hundirlo en el olvido y satanizarlo, pero tampoco impongo una postura de que es "el aceite milagroso", vamos, ningún extremo es bueno y el mejor criterio clínico debe ser imparcial y totalmente objetivo. 

Hace unos años existió un boom en cuanto a este aceite, poniéndolo como si fuera lo mejor para cocinar "porque baja de peso", pero así como el, muchos otros alimentos han sido víctimas del capitalismo y la necesidad de la mafia de la industria alimentaria y farmacéutica para obtener más ingresos en un círculo vicioso. Este caso no es la excepción, la lucha entre la misma industria es real, y nosotros somos las víctimas y conejillos con los que cuentan para incrementar sus arcas. Y ahora la supuesta consecuencia que quieren difundir es el aumento de colesterol porque es una grasa en su mayoría saturada.

El colesterol es un tipo de grasa que es NECESARIO para poder tener formación de hormonas y una membrana celular estable en TODAS LAS CÉLULAS, entre otras funciones. Los ácidos grasos, dependiendo del tipo que sean, también tienen funciones específicas, metabólicas y celulares. Por lo que se puede decir que tanto el colesterol como los ácidos grasos son parte fundamental de nuestra dieta. 

Ahora, cuando se realiza el perfil de lípidos encontramos el colesterol total, el colesterol "bueno" (HDL), el malo (LDL), y otros tipos que generalmente no tienen tanta fama. El colesterol LDL es el encargado de repartir lo necesario a las células del organismo, mientras que el HDL "recoge" el excedente y lo transporta al hígado para ser excretado o reabsorbido. De esta manera fisiológica, nuestro cuerpo es capaz de reciclar el colesterol (de ahí que no necesitemos un consumo elevado) y de producirlo. Existe un grupo de proteínas que se conocen como SREBP, se mueven al núcleo de las células cuando tienen un déficit de colesterol para promover la expresión de genes que sintetizan colesterol y receptores de colesterol LDL que remueven el colesterol de la circulación y entra a la célula. Cuando el nivel de colesterol intracelular es alto, la SREBP-1 no se activa y tampoco los efectos de expresión genética, por lo que la célula no capta colesterol LDL.

Se toma al colesterol LDL como el malo porque es el que se asocia a mayor riesgo cardiovascular, y esto era así hasta hace unos años. Estudios realizados a partir de 1985, han encontrado que la partícula de LDL y su tamaño no son predictores necesarios en el riesgo de desarrollo de enfermedad cardiovascular, a diferencia de niveles bajos de HDL. No solamente se debe considerar el colesterol bueno y el malo, también existe la "Lipoproteína a" que contiene "apo B", la cual está asociada a la oxidación de fosfolípidos (principales componentes de la membrana celular), lo que promueve la inflamación metabólica y la aterogénesis.

Cuando en una persona existe la presencia de partículas pequeñas de LDL (que son más susceptibles a peroxidación), es común encontrar también apo B elevada, triglicéridos elevados, bajo colesterol bueno (HDL), obesidad abdominal, resistencia a la insulina y alteraciones metabólicas que causan disfunción endotelial generando susceptibilidad a formar trombos y un aumento en el riesgo de aterogénesis. 

El ácido linoléico en abundancia (el omega 6 que tanto se consume en México) hace más susceptible a peroxidación al colesterol LDL en los macrófagos (células del sistema inmune) que cubren las arterias, provocando aterogénesis. Cuando existe este mecanismo de estrés oxidativo, los depósitos de ácidos grasos se encapsulan y es imposible para el HDL remover el colesterol almacenado. Este es un estadio avanzado en donde puede ocurrir un evento cardiovascular o cerebrovascular.

El aceite de coco está compuesto por grasas saturadas (90%). En una revisión realizada en 2013, se propuso que las grasas saturadas no son susceptibles a la peroxidación, pero en los alimentos que se encuentran (como la carne por ejemplo) generalmente son cocinados a altas temperaturas oxidando las grasas insaturadas que contienen así como los carbohidratos, situación relacionada con la peroxidación, estrés oxidativo, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular. En el caso del aceite de coco, la proporción de ácidos grasos saturados:ácidos grasos monoinsaturados (1.1:1) que se observó no tuvo resultados significativos en donde resultara una alteración en los lípidos séricos. Por lo que se propuso que los ácidos grasos saturados del aceite de coco disminuyen el LDL y aumentan el HDL, y que las dietas ricas en aceite de coco disminuyen los factores de riesgo de enfermedad coronaria por disminución de Lipoproteína a, aunque sus ácidos grasos de cadena corta aumentan el colesterol total, específicamente elevando el HDL. 

En 2016, se discutió acerca de la diferencia entre el uso del aceite de coco y el consumo del coco. Es interesante la comparación, ya que al referirse al uso del aceite de coco es generalmente para preparaciones fritas. Esta cuestión ha sido demasiado malinterpretada, y bueno, es una ironía, ya que las preparaciones altas en grasa como lo frito, capeado y empanizado deben ser evitadas lo más que se pueda. Pero aún así existe la posibilidad de usar ciertos aceites para fritos dependiendo de su temperatura. Los aceites pueden ser utilizados para fritos superficiales o profundos, en los primeros la temperatura idónea es por debajo de los 200°C, para los segundos por arriba de 200°C. El aceite de coco tiene un punto de humo de 177°C por lo que puede utilizarse para fritos superficiales. Pero indpendientemente de esto, ES IMPORTANTE RESTRINGIR EL CONSUMO DE ESTAS PREPARACIONES por la cantidad de radicales libres y lípidos oxidados que aportan en la dieta. Esto sucede en dietas que están occidentalizadas y precisamente se caracterizan por un alto aporte de grasas saturadas, trans, azúcar y poca proteína, fibra y vitaminas. Lo contrario sucede con las poblaciones tropicales que consumen el coco junto con su fibra, la mayoría de la proteína es del pescado, por lo que también tienen un alto consumo de omega 3, frutas y verduras, con casi ausencia de alimentos industrializados, reflejándose en una prevalencia baja de enfermedad cardiovascular.

Igualmente en 2016, se concluyó que en estudios epidemiológicos no se han encontrado relaciones significativas entre el consumo de aceite de coco y el perfil de lípidos, cuando se compara con el uso de otros aceites vegetales. Por lo que en esta revisión sistemática no se encontró evidencia suficiente para decir que el aceite de coco es lo mejor para la prevención del riesgo cardiovascular cuando se comparó contra otros aceites. Principalmente porque las intervenciones clínicas al comparar diversos aceites tuvieron métodos y dosis diferentes. Entonces, EL PROBLEMA NO ES EL ACEITE DE COCO per se, sino el conjunto de lo que estamos comiendo y que tan saludables son nuestros hábitos.

El análisis de la cantidad de grasa y los carbohidratos en la dieta también es importante, porque derivado del mito de que "las grasas alimentarias aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular" hubo una amplia gama de alimentos BAJOS EN GRASA a los que tenían que agregarle más azúcares o ingredientes para hacerlos más aceptables en el sabor, como por ejemplo la fructuosa (o jarabe de maíz de alta fructuosa), la cual es muy susceptible a la oxidación y se ha asociado a hígado graso, aumento de partículas pequeñas de LDL, aumento de triglicéridos, ácido úrico, dislipidemia y síndrome metabólico. Una dieta baja en grasas es compensada con el aumento de carbohidratos, y el exceso de estos últimos se transforman en ácidos grasos saturados y monoinsaturados, aumentan los triglicéridos y la formación de partículas pequeñas de LDL. 

En sí, la recomendación para el consumo de grasas saturadas es de 10% del total de la energía requerida, para evitar riesgo de enfermedad cardiovascular, Pero también es necesario un consumo adecuado de carbohidratos, grasas omega 3, fibra, vitaminas, minerales y EVITAR LOS ALIMENTOS INDUSTRIALIZADOS. Además, la actividad física es fundamental para tener niveles óptimos de HDL y de triglicéridos, la dieta en si no puede hacer milagros. 

En la consulta aplico estas recomendaciones y los cambios en los perfiles de lípidos a los 3 meses son excelentes. Cuesta al principio, pero cuando se transforma en hábito, son personas satisfechas con su nuevo estilo de vida y con ellas mismas.

¿Cuál fue el problema entonces con el aceite de coco? Promocionarlo como un alimento milagroso ante una población marcada por la adquisición de estatus por medio de modas y de consumo. 

¿El aceite de coco es malo? ¡NO! Ningún alimento es malo (la publicidad sí) si se consume en cantidades y preparaciones adecuadas. 

No crean todo lo que ven en internet, ni siquiera crean en esta entrada, porque todos debemos ser críticos de lo que encontramos.

Espero que esta información les haya sido de utilidad. 
¡Hasta la próxima!

P.D. ¡Es un excelente desmaquillante!

Eyres, L, et. al. (2016) Nutrition Reviews, 74(4): 267-280
Boateng, L, et. al. (2016) Ghana Med J, 50(3): 189-196
Lawrence, G. D. (2013) Adv nutr, 4: 294-302